El piloto neozelandés Brendon Hartley ha destapado la caja de los truenos y cuenta su experiencia en Toro Rosso. La de Hartley es la enésima ocasión en que un joven piloto acaba ciertamente contrariado con su paso por Faenza, una vez que llegan a la tan deseada Fórmula 1.
Que sean pocos lo que acaben triunfando en Red Bull puede ser normal, pero que sean muchos, los que no sólo no acaban cuajando en Toro Rosso, sino que incluso, acaban llevándose un gran varapalo para su carrera, eso ya es mucho más extraño. Podríamos citar varios casos: Jaime Algersuari, Jean Eric Vergne, o el propio Daniil Kvyat, quien, en 2019, por tercera vez, recalará en la formación de Faenza.
Brendon Hartley se une ahora a la nómina de pilotos que llegaron a Toro Rosso con la máxima ilusión de llegar a la Fórmula 1, y ahora salen de ella con la sensación de que no contaban para los jefazos y querían bajarle del coche más pronto que tarde.
“No escribo esto para buscar compasión, sólo quiero contar una de las historias sobre uno de los mejores años de mi vida. Entré a la F1 con mucha experiencia, con dos campeonatos del mundo de resistencia, una victoria en Le Mans y superando a mi compañero en dos de las tres primeras carreras, fue difícil creer que se hablaba de que pronto me remplazarían».
“Parecía que después de algunas carreras, había gente que no quería que siguiese allí. Volví al apartamento esa noche, miré los muros del trazado de Montecarlo y sabía que, si los tocaba ese fin de semana, mi carrera en Fórmula 1 se podría ir al traste en pocos días. Sabía que cada sesión me ponía más presión, cada tiempo y cada resultado lo juzgarían y podrían usarlo para intentar bajarme del coche. Esa sensación no se fue en todo el año”, comentaba Hartley en declaraciones a The Player´s Tribune.

También habló sobre cómo se desarrollaron los acontecimientos tras la última carrera del calendario, en Abu Dabi.
«No sabía lo que iba a pasar, es lo que pasa con la política en la F1. Pasada una hora tras la carrera me llamaron para asistir a una reunión y minutos más tarde, ya no era piloto de Fórmula 1. En aquella reunión no se dijo mucho, pero me quedó claro que incluso desde Mónaco, ya había un plan en marcha para que me fuera. Decir adiós ese día fue de las cosas más duras que he tenido que hacer. Me marché del circuito sintiendo lo mismo que cuando llegué: orgullo«.
En cuanto a estar fuera de la Fórmula 1, Hartley admite que la echará de menos.
«Mentiría si dijese que no la voy a echar de menos. La puerta de la F1 definitivamente no está cerrada y la experiencia acumulada habiendo estado ya un año en ella significa que volveré más preparado y fuerte». El expiloto de Toro Rosso no pierde la esperanza de regresar a la categoría reina.