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FÓRMULA 1

Alain Prost y Nigel Mansell, guerra interna en Ferrari

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La tensión vivida en la recién acabada Temporada 2019 en el equipo Ferrari no es ningún secreto. Se han juntado el hambre con las ganas de comer, puesto que se han unido un Sebastian Vettel tetracampeón algo frustrado por los últimos resultados, y  un rápido, pero joven e impulsivo Charles Leclerc.

¿Cuál ha sido el resultado del experimento? Órdenes de equipo ignoradas, errores de estrategia al no pensar en ambos pilotos y sobre todo, el accidente de Brasil que hizo sonar las alarmas en Maranello. Tal y como recordó Joan Villadelprat, recordemos ex jefe de mecánicos de Ferrari a finales de la decada de los 80 , en una entrevista que le realicé hace unos meses, perdió un título mundial de pilotos en 1990 debido a luchas internas entre pilotos, concretamente Alain Prost y Nigel Mansell.

Por un lado, el francés llegaba de de proclamarse Tricampeón del Mundo en los despachos, después de que la FIA sancionara a Ayrton Senna por el accidente que tuvieron ambos en Suzuka.

Dicho perfil de piloto elegante y efectivo, cambiaba McLaren por Ferrari. Tenía en mente el reto de devolver a la escudería italiana a la senda de la victoria. Iba a tener al otro lado del garaje a un viejo conocido como es Nigel Mansell.

Telegraph

El británico tenía grabada a fuego la etiqueta como eterno subcampeón. El propio Prost le batió cuando consiguió se segundo entorchado en el 1986. Mansell llevaba un año experimentando un cambio de filosofía, pasando de la disciplinaria Williams a la pasional, pero caótica Ferrari.

Su estilo era totalmente opuesto al del francés. Se caracterizaba por exprimir toda la fuerza bruta del monoplaza. Esta circunstancia solía forzar roturas de motor en momentos puntuales. Además, el piloto anglosajón también había sufrido en sus carnes una complicada relación con Nelson Piquet en Williams.

De este modo, todo apuntaba a que los de rojo tendrían una temporada complicada. Sin embargo, Prost mostró su regularidad y su estado de forma derrotando sistemáticamente a su compañero de equipo en las pruebas que ambos lograban terminar.

Por lo tanto, la lucha por el entorchado quedaba una vez más entre Senna y Prost. La diferencia de caracteres y egos entre ellos habían provocado un iceberg en el equipo que iba a generar otro Titanic hundido en Portugal.

El circuito de Estoril albergaba una de esas finales en las que toca dar un golpe sobre la mesa para que tu rival no te deje KO. Senna era dicho contrincante. El brasileño tenía una excelente relación con un Gerhard Berger que trabajaba para su jefe de filas.

Parecía complicado que ocurriera lo propio en Ferrari. El trazado luso fue testigo de una pole de Mansell y su propio compañero le acompañó en la primera fila. Sin duda, era un día en el que los bólidos rojos tenían un ritmo espectacular para afianzar su llegada a la cima.

Prost ostentaba una desventaja de 16 puntos sobre su rival. Necesitaba adelantar con rapidez a su compañero. Lo intentó nada más apagarse el semáforo. Esa fue la expectativa, pero la realidad fue muy distinta.

Mansell se escoró bruscamente hacia la izquierda y enfiló el morro de su monoplaza directamente contra el francés, mandándole contra el muro, y haciendo caer a Prost hasta la quinta posición. Finalmente pudo ascender hasta la tercera posición.

Sin embargo, sus dos rivales habían copado las dos primeras posiciones. El enemigo lo tenía en casa y no dudó en estallar efectuando las siguientes declaraciones: «¡El progreso que habíamos experimentado gracias al trabajo de todo nuestro equipo técnico se vino abajo por la dejadez de la organización deportiva de Ferrari. No puedo aceptar esta situación», expresó el francés duramente.

Además, en aquel momento, Giovanni Agnelli, director de la escudería, no dudó en respaldar los argumentos del piloto, argumentando que no vio “ningún tipo de cooperación durante la carrera”, haciendo llamada a una aclaración de “la situación de la escudería inmediatamente».

No solamente hubo palos para la directiva, si no que también lanzó el hacha de guerra para Mansell. Su remontada en México que acabó en victoria y las sucesivas victorias hacían referencia a la efectividad de ambas filosofías profesionales.

formula1.ferrari.com

Recordó su despreocupación por la configuración del monoplaza para jugar al golf mientras que él buscaba revisar hasta el mínimo detalle para sacar el máximo partido desde la sesión clasificatoria hasta la propia carrera. No le cabía en la cabeza que alguien de la propia escudería le allanara el camino, recordando que el staff deportivo obvió el bien común.

«No entraba en mis planes pedirle a Mansell que me dejara pasar en el caso de que domináramos a los McLaren. Me parece que ese era el deber de Fiorio. Desde hace diez años que ningún piloto de Ferrari obtiene el título. Diez años en los que la escudería ha perseguido el trofeo y en los que ha gastado miles de millones de liras. Me parece que vale la pena reflexionar sobre ello. Sobre todo después de la preparación técnica que habíamos realizado para aspirar al título. Pero se nos ha dejado absoluta libertad…. Fiorio no ha sido capaz de tomar la decisión que se imponía. Tan sólo en los últimos minutos me dijo ‘Por descontado que si Mansell está en cabeza y tú eres segundo, te cederá la victoria’. Veo una enorme diferencia entre cederme la victoria y bloquearme contra la valla en el momento de la salida», expresó resignado Alain a L´Equipe.

El director de aquel momento, Cesare Fiorio, confesó que aquel hecho se trataba de un error involuntario. Además, recalcó que el hipotético capote de Mansell se quedó anulado cuando Senna se intercaló entre los dos pilotos en la segunda posición.

Ferrari desaprovechó otra oportunidad y el galo remaría a contracorriente en la estructura italiana. Es cierto que Mansell volvió a Williams de cara a 1991. Aquel fue el año en el que Alain cavó su propia tumba. El monoplaza no dio el nivel necesario para jugarse el título y lo comparó con la velocidad de un camión.

Aquella declaración rompió al completo su relación con Ferrari, circunstancia que le impulsó a tomarse un año sabático mientras observaba el mercado de fichajes. 1992 lo vivió fuera de las pistas y aprovechó la marcha del mismísimo Mansell para pilotar un Williams que le dio el título en 1993.

Sin duda, aquel movimiento estratégico puede volver a producirse por parte de un Vettel que no ha parado de generarle problemas a Mattia Binotto y a su círculo de confianza. Al fin y al cabo, la historia nos marca pistas para un futuro que suele contener similitudes con hechos pasados. 

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