Nuevo fin de semana que se va, esta vez en Nürburgring y otra victoria de Mercedes. Poco que acotar ante una escudería que marca su supremacía carrera a carrera. A pesar del abandono de Valtteri Bottas con problemas de potencia, Lewis Hamilton logró su triunfo número 91.
La no sorpresa también recayó en el 2° lugar, vestido de Red Bull y en manos de Max Verstappen, quien ya en situaciones normales comenzaba a exponer los problemas de Bottas.
En tercer lugar, y quizás la nota emocionante del podio se lo llevó Daniel Ricciardo. El australiano tuvo un formidable fin de semana en este GP de Eifel que lo coronó subiéndose al tercer escalón más deseado en la Fórmula 1.
Tras cruzar la línea de meta y bajarse del Renault, el futuro piloto de McLaren destacó lo emotivo de volver a estar entre los 3 primeros tras más de 2 años:
«Se parece a mi primer podio. Casi dos años y medio pasaron de que me subí, esperamos mucho por esto y estoy muy contento de lograrlo.
Es real que Cyril va a tener que tatuarse, es algo que prometió y hay que pensar qué tiene que ser. Me pone muy contento por él porque es uno de los que más duro trabajó. Estoy feliz de estar de vuelta acá».
Por su lado, Max Verstappen también señaló su alegría tras el retorno del Gran Circo a Alemania:
«Creo que fue una buena carrera. Cuando Bottas abandonó el ritmo era apenas menor al de ellos y al final intenté la vuelta rápida y me quedé con el punto extra.
La pista estaba muy fría, no entendí por qué tardó tanto en pista el Safety Car. Veremos por qué pasó eso, pero estoy conforme con la carrera».
Finalmente, la palabra más esperada fue la de el hombre récord, Lewis Hamilton. El piloto británico igualó las 91 victorias de Michael Schumacher en Grandes Premios:
«Tuvimos un buen arranque y tratamos de mantener un buen ritmo. Él forzó las ruedas y empecé a apurar hasta que bloqueó. Max era rapidísimo y pude controlarlo por suerte.
Es muy especial para mi poder superar al mejor piloto de la historia como lo es Michael. Creí admirándolo, jugándolo en videojuegos. Nunca creí llegar a 91 victorias, no se qué decir, estoy muy emocionado».
Una vez culminada la última pregunta, Hamilton recibió de manos de Mick Schumacher, hijo de Michael y piloto de F2, un casco del Káiser. Esto generó lágrimas en los ojos del británico, y ese icónico casco lo subió al podio alemán, como si fuese una analogía que muestra la historia absoluta del automovilismo.