El deporte femenino está progresando a niveles inimaginables en España. La intervención de Iberdrola como principal sponsor económico demuestra la importancia de la inversión de gigantes empresariales en búsqueda de una mayor igualdad de oportunidades independientemente del sexo.
Dicho propósito está comenzando a llevarse a cabo con el fútbol. Sin embargo, el deporte olímpico no se nutre exclusivamente del balompié. Además, muchas mujeres han ayudado enormemente a mejorar el nivel de la delegación española en los dos últimos JJOO, pero nos encontramos con un problema muy frecuente en deportes escasamente mediáticos.
Solamente seguimos a las Gemma Mengual, Maialen Chorraut, Mireia Belmonte, Eva Calvo y compañía en periodo olímpico. Inmediatamente después, todo deporte que no sea el fútbol y exclusivamente Real Madrid y F.C. Barcelona pasan al olvido.
El hockey en cualquier modalidad sufre por semejante trato desigualitario. Este trato es inversamente proporcional al éxito de muchos de sus clubes en España. Uno de ellos es el SVP Complutense, gran rival de su vecino madrileño el Club de Campo.
Sin duda, es una muestra de la habilidad por extender la labor educativa al deporte extraescolar, tal y cómo hizo el IES Ramiro de Maetzu con el Estudiantes. Fray Pedro Tapia, que tras estudiar en el Seminario, ingresó en el Colegio San Pablo. Se encargó del área de deportes, oportunidad que le permitió crear un club de hockey patines denominado San Pablo Valdeluz.
Solamente tenía implantada la sección masculina. Al fin y al cabo, la coeducación no existía en España y la práctica deportiva estaba mal visto en el territorio ibérico durante la década de los 70. Mientras tanto, la escuela del colegio se integra con el CUDE de Primera División, además de conseguir los primeros Campeonatos de España de Hockey Sala.
Afortunadamente, se comenzaron a dar los primeros pasos por la igualdad de oportunidades en España. De este modo, los años 80 dieron la bienvenida a la sección femenina. Su evolución llegó a su cénit a principios de los años 90.
El gran culpable fue Jesús Gil cuando cerró la mayor parte de las secciones del Atlético de Madrid y lo convirtió en Sociedad Anónima Deportiva. Las rojiblancas del equipo de Hockey se incorporaron a la disciplina del Valdeluz, denominado como SPV 51.
El camino hacia el éxito por parte de las chicas había empezado. No solamente sacaron cuatro campeonas olímpicas de Barcelona 92, sino que comenzaron la primera de sus eras doradas. Aldeasa se convirtió en un sponsor que les permitió competir en División de Honor.
Sin embargo, en 1996 dejaron de pertenecer al club. En aquel momento, el equipo demostró que es más que una familia cuando las jugadoras pusieron de su propio bolsillo el dinero pertinente para poder ampliar sus sueños y participar por primera vez en Copa de Europa.
Aquella no sería su única participación. Tras haber cosechado su primer Liga, tres Copas de la Reina y tres subcampeonatos, llegó su plena consolidación en la élite. Para empezar, pasaron a llamarse SPV Complutense debido a su acuerdo de colaboración con la propia universidad madrileña y su consecuente mezcla con el Club de Hockey Complutense.
Además de los sucesivos títulos, el conjunto madrileño comenzó a coger peso en el equipo nacional de hockey hierba. Jugadoras como María del Mar Feito, Chus Rosa, Ana Raquel Pérez o Bárbara Malda disputaron los JJOO de Sídney y Atenas. Alicia Magaz, Begoña García, Lola Riera y Lucía Jiménez Vicente hicieron lo propio en Río de Janeiro.
Sin duda, gozan de una trayectoria enorme. Pero como el deporte es un perfecto ejercicio de superación, pretenden seguir sumando éxitos como método de escalada hacia la plena visualización, principal propósito del hockey en cualquier medida. Tercer Equipo está dispuesto a hacerlo con el SPV Complutense.
