La Fórmula 1 es una categoría que ha sido testigo de algunas de las dinastías más asombrosas de la historia de este deporte. Una de ellas fue el ciclo glorioso de McLaren-Honda que fue testigo del mejor pilotaje de Ayrton Senna.
Sin embargo, este periplo no iba a ser eterno. Era de esperar que dos históricos como Williams y Ferrari pusieron toda la carne en el asador para evitar semejante dominio. Pero nadie contaba con la presencia de un equipo como Benetton que era una mera comparsa.
El equipo Benetton se constituyó en 1986 a partir de lo que quedaba de la escudería Toleman, en la cual Ayrton Senna había competido con resultados increíbles para el nivel del equipo en 1984, pero que no pudo presentarse en la temporada de 1985 por no tener un contrato con un fabricante de neumáticos.
Tras no lograr grandes resultados los primeros años, la escudería británica necesitaba cambios y para ello, se optó en 1990 por darle el timón de la dirección a uno de los empresarios más emblemáticos del panorama internacional, Flavio Briatore. Su don para los negocios le permitió atraer sponsors que valieron su peso en oro. Sin embargo, no había capital suficiente para hacerse con emblemas como Nigel Mansell, Alain Prost o Ayrton Senna.
Si se pudo fichar a un Nelson Piquet que se encontraba en el ocaso de su carrera deportiva. Logró la tercera posición en 1990 logrando dos victorias en Japón y Australia una vez finalizada la temporada. Además, su ego despertaba recelo en la cúpula de los sucesivos equipos. Por lo tanto, tocaba buscar a un piloto con el talento necesario para ejercer un rol secundario que no incomodara a Nelson. El elegido fue su compatriota Roberto Moreno.
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No obstante, Nelson estaba rozando la cuarentena y era primordial asegurar el relevo buscando diamantes en bruto. Ese era un jovenzuelo alemán llamado Michael Schumacher que había dado gotas de calidad debutando con Jordan en el Gran Premio de Bélgica de 1991.
Inmediatamente, Flavio Briatore le fichó para lo que quedaba de temporada y puntuó en sus tres primeras carreras a los mandos del monoplaza británico. Obtuvo una quinta posición en Italia y dos sextas plazas en Portugal y España.
Sin duda, las sensaciones eran más que inmejorables. Ahora tocaba transformar estas percepciones en gratas victorias. Pero claro, aunque el título más honorífico sea para un piloto, dicho éxito depende del esfuerzo colectivo.
Por lo tanto, Michael Schumacher necesitaba mostrarse como líder, permitiendo que Benetton pasase de ser una empresa a convertirse en un equipo. Dicho «Dream Team» estaba liderado por el español Joan Villadelprat, director de operaciones y director deportivo, Ross Brawn era el director técnico, empezando a mostrar sus grandes habilidades para planificar perfectas estrategias o Pat Symonds, ingeniero de carrera del propio Schumi, entre otras personalidades.
No lo sabían, pero se acababa de iniciar un duelo de época de ingenieros o lo que es lo mismo, Ross Brawn contra Adrian Newey (en ese momento era piloto de Williams). Dicho combate exigía tiempo de adaptación al espartano, pero apasionante disciplina de trabajo que imponía Michael Schumacher.
Además, el propio «Schumi» se encargó personalmente de cambiar la mentalidad del piloto. Comenzó a trabajar su aspecto físico con tal de evitar el sufrimiento en los fines de semana de Gran Premio. Se negaba a salirse del monoplaza casi desmayado como le ocurrió a Ayrton Senna en determinadas pruebas.
Precisamente ambos comenzaron a pujar en las primeras carreras. Se produjo un toque entre ambos en el Gran Premio de Gran Bretaña. Tras aquella prueba, Ayrton le sugirió a Michael que canalizara sus ansias de victoria. En aquel momento, la referencia de la parrilla estaba dejaba claro al novato las jerarquías que imperaban en el paddock.
El germano entendió dicha jerarquía y por ende, sabía que debía dar el máximo para hacerse respetar en el paddock. Williams aún se perfilaba como insuperable. Nigel Mansell aprovechó la superioridad de su bólido para llevarse el Campeonato con total solvencia. Por otra parte, Michael finalizó en tercera posición, superando precisamente al propio Senna gracias a su primera victoria en Italia y un puñado de podios.
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Tocaba dar un paso adelante en términos de velocidad y puntos, por lo que se fichó a un gregario de lujo como Ricardo Patrese. Delante tenían a un McLaren mejorado y a unos incombustibles Williams que tendrían al retornado Alain Prost. Sin embargo, el aumento de potencia quedó descompensado con la cantidad de roturas que sufrieron el germano y el italiano durante la temporada.
¿Sería 1994 el año que lograra la victoria? La fábrica soñada por Joan iba cogiendo forma. Solamente faltaba que el monoplaza hiciera el resto. Pero la intervención humana también tendría acto de presencia. Los de Grove seguían siendo la oposición más inmediata y más habiendo contratado al brasileño Ayrton Senna.
El feeling entre el monoplaza y el brasileño no terminaba de llegar. Se mostraba como el más rápido, pero la mala fortuna se cebó con el durante las primeras carreras. Para colmo, Michael Schumacher venció las tres primeras carreras.
Ayrton se veía en la obligación de darle la vuelta a la tortilla en Ímola. Sin embargo, no era el día ióneo para hacerlo. El austriaco Roland Ratxenberger falleció durante los entrenamientos clasificatorios y su compatriota Rubens Barrichello sufrió un accidente serio el día anterior.
¿Por qué no podía ocurrirle a él, y más en momentos en los que necesitaba remontar? Desgraciadamente, la curva Tamburello fue testigo de su final en la vida de los seres mortales. Poco importó la victoria de un Michael que veía su primer título en el horizonte.
Esta tónica se vio fortalecida tras su segunda plaza en el Gran Premio de España. Es cierto que rompieron su racha de victorias, pero pudo cruzar la meta en segunda posición a pesar de que el coche se averió y tuvo que conducir con una sola marcha.
Se sentía virtualmente campeón, pero faltaba abrazarse a las matemáticas. Cuando tenía el título cerca, la soberbia se apoderó sobre el equipo en el Gran Premio de Gran Bretaña. Michael Schumacher se saltó la salida y fue penalizado con un «stop and go». No lo cumplió y la guerra entre Flavio Briatore y Max Mosley empezó.
Para colmo, el germano quedó descalificado para las pruebas de Italia y Portugal.y Damon recortó los puntos que necesitaba para poder jugarse su primer título. Pasó de estar a 40 puntos del liderato a ubicarse a uno solo.
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Por lo tanto, las citas de Jerez (GP de Europa), Suzuka (GP de Japón) y Adelaida (Australia) serían primordiales para decidir el ganador. Los pequeños detalles marcan la diferencia y Ross Brawn sacó a relucir su capacidad estratégica. El número de paradas y la realización de las mismas en el momento adecuado permitieron que venciera en Europa.
Damon devolvió el órdago en tierras niponas. Partía con desventaja por las estratosféricas habilidades de «Schumi» sobre mojado, pero supo aguantar el tirón y llevarse la victoria. Por lo tanto, Australia sería lugar en el que se dictaría sentencia.
Dicho dictamen ocurriría gracias a la astucia de Michael Schumacher. El germano forzó un choque fortuito con su rival Hill que provocó el abandono de ambos y en consecuencia, su primer título. Aquel campeonato no estuvo exento de polémica, pero aquella maniobra no tuvo su merecida sanción por parte de la FIA.
Aquel golpe hirió severamente a un Damon que no mantuvo su nivel en la temporada siguiente. Para colmo, Benetton llegó a su excelencia en la temporada 1995. Michael se adjudicó el bicampeonato como prueba de que había llegado a la cima con el proyecto, Tocaba abrir nuevos horizontes en un equipo como era una escudería legendaria y herida, es decir, Ferrari.