Primero que nada, considero de vital importancia poner sobre la mesa que este apunte no tiene afán de crucificar o canonizar, es simple y llanamente un ejercicio para reflexionar y abrir el debate…
Entrando en contexto, prácticamente una semana después del Gran Premio de Hungría. En pleno parón de verano, lo que en teoría es una oportunidad para que los equipos recarguen baterías, nada luce como un tiempo fuera. Los ánimos están más calientes que nunca y la Fórmula 1 está bajo los reflectores del mundo por razones que quizá no son las correctas.
Es difícil ignorar lo sucedido en las últimas semanas en el gran circo, y nos pone contra las cuerdas a la hora de emitir veredictos. Es muy delgada la línea que existe entre la eficacia y la tiranía. Hemos podido ver que en esta temporada se fijó un tope en el presupuesto para desarrollo. Factor que beneficia a unos y, por otra parte, entorpece los esfuerzos de otros.
Esto aplica para Mercedes, que llevó a niveles nunca antes vistos el trabajo logístico y económico en desarrollo. Pudimos atestiguar que esto les funcionó, pues por casi una década han aplastado a la competencia.
Pero en el sinuoso camino a la victoria hay otro elemento al que no se le ha puesto un tope. Los artilugios, las reglas no escritas del libro y hemos visto que Sir Lewis Hamilton sabe exprimirlas para su beneficio.
@LewisHamilton
A partir de ello surgen interrogantes tales como: ¿El fin justifica los medios?
Eso sólo lo pueden responder quienes se juegan el pellejo a bordo de un monoplaza y tienen fracciones de segundo para tomar de decisiones. Como el episodio de Silverstone, que marcó un momento de inflexión en la pelea del campeonato. Y sobre todo, en la polarización de la afición.
En la calificación de Budapest, pudimos atestiguar que los tambores de guerra rugieron más fuerte que nunca y no se ve ninguna señal de tregua.
Hemos visto en años anteriores que el arsenal de recursos que tiene Hamilton, raya en el borde de lo prohibido. Pero hay un dicho muy conocido en el paddock que versa: sino está prohibido, está permitido.
Esto nos coloca frente a un dilema y exige casi a gritos tomar un bando. Los juegos mentales del Británico son un elemento digno de Sun Tzu. Lo hemos visto jugar esas cartas con Fernando Alonso, Nico Rosberg y ahora con Max Verstappen.
La influencia que ha tenido Sir Lewis en la máxima categoría es innegable y en cuestiones de marketing, su imagen es poderosa. Sin dejar de lado el talento y el aparato que lo respalda, una combinación brutal.
De ahora en adelante, la batalla ahora, es mental; la estabilidad emocional jugará un papel crucial en la segunda mitad del campeonato. Aún queda un largo trecho por recorrer, pero lo que es claro es que el resultado de Budapest, significó una dura estocada al Toro Rojo.
Esperemos en Bélgica, hogar de la legendaria Spa-Francorchamps, haya un ápice de justicia poética y tengamos un giro en esta comedia que nivele la balanza.
Creo que a muchos de nosotros, esta contienda nos tiene al borde de la butaca. Esperemos y se resuelva con maniobras dignas de campeones y no haya nada que lamentar
¿Cuál es tu opinión, consideras que Hamilton y Mercedes están haciendo lo correcto?