Órdenes de equipo. Tan criticadas como alabadas. Tan necesarias como conflictivas. Las causantes de que salte la chispa entre los pilotos de Toro Rosso.
Y es que ambos habían pilotado contra viento y marea, venciendo algún obstáculo y aun así, protagonizando adelantamientos impresionantes. Arañando posiciones en perfecta sintonía, casi de la mano, como si de un bonito cuento se tratase. Pero ningún cuento es bonito de principio a fin.
Dejaron a los Lotus atrás, sin casi despeinarse, y llegaron hasta un muro: Sergio Pérez. El Mejicano defendió su posición con uñas y dientes, y eso los cambió el guión. Max, quien iba delante de los dos, no consiguió más que respirarle en la nuca, sin llegar a encontrar el menor hueco por el que pasar.
Entonces, la radio se encendió, y como un niño al que le obligan a ir al dentista, se escuchó: “No”. Habían pedido al belga que dejase pasar a su compañero de equipo, que le diese la oportunidad de intentar pasar al mejicano. Su respuesta, sonó alta y clara.
“Yo le he dejado pasar a él tres veces este año, a él se lo han pedido otras tres y no lo ha hecho ninguna” comentaba el español al terminar la carrera. “Por qué ha pasado, no lo sé. Por lo menos quería haberlo intentado, si no le habría devuelto la posición, está claro. Cambias de posición, intentas adelantar y si no lo consigues la devuelves. Lo único que quería era una oportunidad, un DRS para intentar adelantar a Pérez.”
Y es que esa era también la intención del equipo, quienes habían intuido que el belga no sería capaz de adelantar y quizás el español, con neumáticos más frescos, podría tener alguna opción.
En el polo opuesto, Max se muestra contundente con su decisión: “Al principio era lento, pero luego tenía buen ritmo, estaba persiguiendo a Pérez y no veía necesidad de dejar pasar a Carlos.” Comentaba al final de la carrera.
¿De verdad se veía con opciones de adelantar a Checo? ¿O es que tenía miedo que se compañero de equipo fuese capaz de conseguir lo que él no había hecho?
Por si la polémica fuese poca, Jos Verstappen, su padre, tampoco se ha callado, y ha dejado claro lo que pensaba: “Le habría pateado si llega a dejar pasar a Carlos” declaraba. Quizás las palabras de su propio padre pueden hacernos entender qué pasó por la cabeza del joven piloto al tomar esa decisión.
¿Quién es el malo del cuento entonces? Sería difícil de adivinar. A lo mejor el equipo no estuvo acertado al dar esa orden de equipo. Quizás fue Max quien actuó de forma inmadura, dejando que la situación le superase. O puede que tan sólo hiciese gala del carácter propio de un piloto ganador, que en muchas ocasiones puede traer problemas. Quizás fue Sainz quien debió mostrarse, hacerle ver a su compañero de equipo que era más rápido que él. Y quién sabe, igual después de este fin de semana en la escudería tienen un poco más claro de qué pasta están hechos sus pilotos.
Lo cierto es que finalmente, ambos terminaron detrás del piloto de Force india tras haber desobedecido una orden de equipo que se repitió en varias ocasiones y que no se llegó a cumplir. Lo cierto es que el cielo azul que cubría a Toro Rosso se ha nublado tras este Gran Premio, y el cuento idílico en el que los compañeros se llevaban, aparentemente, bastante bien, puede empezar a resquebrajarse.