Nico Rosberg se hace con una merecida victoria, ahora más cerca del subcampeonato, con Lewis segundo y Valtteri tercero.
Vía Fia.com
Circuito remodelado. Poco agarre a la pista. Seguidores enloquecidos, volcándose en animar. Mucho era lo que se esperaba de un Gran Premio que prometía ser inesperado, con la amenaza de una lluvia que al final no llegó, y una afición envidiable alabando cada acción del mexicano Sergio Pérez. Y aunque los aficionados no decepcionaron, no se puede decir lo mismo de la carrera, monótona, y que nada tenía que ver con lo que se esperaba de ella. En la salida, sin apenas incidentes, se podía prever el resultado.
Los Mercedes han vuelto a ser los protagonistas en una obra de la que ya se conocía el guión. Ambos pilotos han liderado en todo momento, sin estorbarse, intercalando vueltas rápidas. Ni siquiera los pit stops los hacían perder la posición. La novedad, si se puede denominar de este modo, es que fue Rosberg quien defendió la posición en casi todo momento, con una cómoda ventaja sobre el actual campeón del mundo. La emoción, si se merece ese calificativo, sólo ha venido cuando el inglés se negaba a hacer una parada que él consideraba innecesaria. El final era previsible: Sin batallas, sin imprevistos, sin problemas. Nico se hacía con la victoria, y Lewis cruzaba la línea de meta segundo después de mucho tiempo. La superioridad de su monoplaza no le resta importancia a la gran carrera de ambos pilotos, especialmente, del campeón, que ha mantenido de forma inteligente la posición.
En contraposición, el espectáculo nefasto de los pilotos de la Scudería aleja al alemán del subcampeonato, y acerca a Williams a los Ferrari. Tras los contratiempos mecánicos del coche de Kimi, el finlandés prometía una remontada que no llegó. De nuevo, un intento de adelantamiento a su compatriota, Valteri Bottas, no llegó a buen puerto. De nuevo, la consecuencia es que uno de ellos no cruce la línea de meta. La diferencia es que el damnificado fue Ráikkónen, quien de forma agresiva se subió sobre el neumático delantero de Bottas, rompiendo la transmisión y acabando con su carrera.
La actuación de su compañero de equipo no fue mucho mejor. Una mala salida le costó la posición con Kvyat, y un posterior pinchazo causado por el adelantamiento de Ricciardo, del que se quejó en repetidas ocasiones (sin mucha razón) le colocaron último. Los errores marcaron la carrera de Sebastian Vettel, dañando los neumáticos y siendo incapaz de adelantar ni a los Lotus. Uno de esos errores acabó con su carrera, y provocando el único Safety Car de la carrera. Ferrari se ha ido de México con ambos coches fuera y los ánimos por los suelos.
Nada tiene que ver la situación en Red Bull y Toro Rosso. Cuentan con pilotos más que destacables, jóvenes, con sed de victorias. Las armas con las que cuentan, sin embargo, son bastantes deprimentes. El chasis, especialmente el del Red Bull, ha demostrado ser una obra de ingeniería casi perfecta. Pero eso no es suficiente cuando el motor está entre los primeros por la cola, con unas carencias que se traducen en dificultades para adelantar, pérdida de mucho tiempo en las rectas, necesidad de estrategias distintas… Con todo y con eso, Kvyat y Ricciardo han conseguido una 4ª y 5ª plaza respectivamente, después de hacer una carrera casi perfecta, plantándo cara a los Williams.
Fernando, antes de dar su única vuelta hoy. Vía MovistarF1.
Sin embargo, las manos de los jóvenes de Toro Rosso no han sido suficientes para conseguir resultados tan llamativos. Verstappen ha cumplido su parte, sin errores, sin fallos, cuidando neumáticos al final de la carrera y dejando cada vez más claro su talento. Sin embargo, Carlos no puede presumir de haber hecho un fin de semana brillante. 7 décimas en la clasificación, y fallos evitables le dejaron fuera de batalla, y con el único aliciente de quedar por delante de Jenson Button en una batalla que debía ganar.
En el polo opuesto se encuentra Williams. Cuentan con motor Mercedes, ese motor que tantas alegrías está dando a unos pocos, y que trae de cabeza a la mayoría. Y sin embargo, no consiguen destacar. ¿Es cosa del chasis? ¿Es cosa de la estrategia? ¿Es cosa de los pilotos? Quizás es un poco de cada. Una mezcla entre varios factores que ha hecho que Williams haya pasado desapercibido en tantas carreras, y que en este Gran Premio hayan conseguido un 3º y 6º lugar, con Massa tras ambos Red Bull. A pesar de los mensajes de ánimos, a pesar de la superioridad teórica del brasileño, la falta de agresividad y de brillantez en su pilotaje han sido lastres que le ha posicionado tras dos coches supuestamente muy inferiores.
Y el indudable protagonista, a pesar de su 8º y de terminar tras su compañero de equipo, ha sido el mexicano Checo Pérez, positivo, luchador, dando todo hasta el último momento. Los aficionados se han volcado con él, y Sergio les ha devuelto el apoyo con una actitud más que envidiable. Tanto él como Húlkenberg han hecho una carrera muy buena, colocando ambos Force India en los puntos, y siendo el centro de muchas miradas.
Poco se puede decir de los Lotus, que con ese motor sólo han colocado un coche en los puntos. Sus pilotos han pasado inadvertidos, sin batallas, sin aspiraciones, sin luchas. Grosjean quedaba 10º, y Maldonado 11º.
Dicen que cuando no hay nada bueno que decir, es mejor no decir nada. Oración aplicable para McLaren-Honda, quienes sabían que iban a retirar el coche del español antes incluso de empezar, y que sólo han conseguido terminar por delante de los Manor. Pocas críticas nuevas se pueden aportar, sabiendo que las miras llevan mucho tiempo puestas en la temporada que viene.
Sauber y Manor se vuelven a ir de otro Gran Premio sin ningún punto. Los primeros, consiguiendo incluso quedar delante de un Toro Rosso y un McLaren, aún con la retirada de Nasr. Los segundos, de nuevo, últimos y a mucho tiempo del resto de monoplazas.
Los resultados finales fueron:
Vía Formula1.com
Poco se puede decir de un Gran Premio en el que la mayor emoción la ponían los aficionados. La normalidad, con la excepción del equipo Ferrari, ha vuelto a aparecer, dejando una carrera con poco que decir, en medio de un mundial del que ya se sabe el vencedor.
