Son muchos los halagos que desde hace ya más de una década se escuchan sobre lo que este ingeniero aeronáutico y astronáutico es capaz de hacer en un monoplaza de Fórmula 1.
Cada pequeño detalle resulta importantísimo para él. No importa que se tenga que montar y desmontar un coche diez veces. Lo que importa es que ese bólido sea el más rápido de la parrilla.
A últimos de los años 90 los coches que marcaban la diferencia portaban su firma. Se convertiría ya por entonces en una clara bola de partido para los pilotos que tenían la suerte de pilotar una de sus creaciones. Lo ha hecho con Williams, McLaren y con Red Bull. Con estos tres constructores, Adrian Newey ha logrado el objetivo por excelencia en la categoría reina del automovilismo; convertirse en campeones del Mundo.
Pedro de la Rosa es uno de los pilotos que puede corroborar muchos de los piropos dirigidos a Newey después de que el español coincidiera con él durante su andadura en McLaren:
«Algunos mecánicos tenían serios problemas para acceder a la zona de suspensión porque sus manos eran demasiado grandes para el hueco que él dejaba.»
Ahora este británico enamorado de la aerodinámica, dice poder interesarse por el siempre espectacular mundial de resistencia. Las normativas de dicho campeonato respecto al diseño permitido en los monoplazas participantes atrae mucho a Newey:
«Resulta interesante por el mero hecho de que existe mayor libertad técnica con respecto a la F1. Quizás en un futuro me lo piense más en serio pero creo que en este momento no lo haré», declaró Adrian.