La década de los años 90 nos reservó un espacio en la memoria del motociclismo, la supremacía se la repartían entre norteamericanos y australianos
Recuerdo los domingos de mi niñez sentado entre mi familia viendo las carreras de motos, algo que se convirtió en tradición. Por aquel entonces la voz que nos hacía llegar la pasión del motociclismo era la del gran Valentín Requena. Reinaban las bestiales 500 y entre emocionantes adelantamientos, grandes luchas y duras caídas recuerdo las carreras de aquellos años.
Hay muchos nombres ilustres de aquella época dorada como Wayne Rainey, Gradner, Lawson, Doohan, Mamola, kocinski, Criville, Barros, Cadalora, Beattie, Puig, Biaggi, Checa, Roberts, Garriga, Ito, Abe, Okada, Capirossi, Sete, Rossi ya al final de la década, pero me gustaría resaltar la carrera de un piloto que si bien no está en la cabeza de la historia por títulos ganados si lo está por manera de pilotar. Kevin Schwantz.
Nació en Texas en 1964, tras participar en las competiciones americanas, debutó en el mundial de motociclismo en 1986 en Holanda como piloto wild car. En total completó 10 temporadas en la cilindrada máxima obteniendo 25 triunfos y 51 podios en las 105 carreras que disputó, fue segundo en 1990, tercero en 1991, cuarto en 1989, 1992 y 1994, consiguiendo el título mundial en 1993.
En los diez años que compitió en la cilindrada de 500 cc siempre pilotó para Suzuki, algo que para muchos le privó de ganar más campeonatos. Aunque no era mala montura si que contaba con peores prestaciones que otras fábricas pero su manera de pilotar al límite le hacía estar siempre en posiciones delanteras.
Su gran rival fue Wayne Rainey, otro de los grandes pilotos de la historia, en la que se vieron las caras desde el Campeonato de Superbikes en 1987 y continuaron con sus grandes luchas en el Campeonato del Mundo. Fuerte rivalidad en la pista pero muy amigos fuera de ella, mantuvieron grandes disputas hasta la fatídica fecha en la que Rainey tuvo esa caída tan fuerte en Misano que le produjo quedarse paralizado de por vida de cintura para abajo. A Kevin esto le hizo plantearse su continuidad en la competición. Ese mismo año en 1993 ganó su único Campeonato del Mundo.
En la temporada de 1994 cambió su número 34 por el 1, algo que no le dio demasiada suerte pues cerró ese año con sólo dos victorias y muy mermado por las caídas quedando en cuarta posición en el mundial.
Un año después fue el año de su retirada, las lesiones de muñeca y cadera que aquejaba y también una falta de motivación hizo que se retirara del mundial.
La federación de motociclismo retiró su número 34 tras su marcha, símbolo de grandeza en el año 2000 la FIM lo nombró Leyenda de MotoGP entrando en el salón de la fama.
Su pilotaje extremo fue su seña de identidad, no he vuelto a ver a ningún piloto frenar como lo hacía Kevin Schwantz. Era increíble lo que podía ser capaz de hacer, en mi recuerdo quedará el adelantamiento que le le hizo por fuera a Rainey en el GP de Donington en 1991, con una acción imposible sólo digna de él. Rainey le llevaba una ventaja de 50 metros y Kevin apuró al límite su frenada y consiguió adelantarle por la trazada más difícil y la lucha que mantuvieron ambos en Suzuka en 1989, ambas carreras dignas de revisar en cualquier momento.