Como ya viene siendo costumbre en las clasificaciones, la FIA vuelve a dar de qué hablar. En esta ocasión, el formato no ha sido el causante
Después de dos Grandes Premios siendo el principal tema de conversación durante las clasificaciones, la FIA decidió enmendar sus errores y volver al formato original, con la esperanza de pasar a un segundo plano; con la necesidad de mejorar esta Fórmula 1 que para muchos está en declive. Y aunque los resultados de la sesión son, sin duda, los protagonistas de este sábado, las nuevas decisiones de la FIA no han conseguido hacerse a un lado, sino volver al punto de mira.
Si bien es cierto que la seguridad de los pilotos es lo primero, el concepto de “seguridad” parece tener una interpretación distinta por su parte. Y es que nada más comenzar la sesión, un fallo de Pascal Wehrlein provocaba una bandera roja que duró más de lo que debía… ¡Para secar un charco!
De forma un tanto burlesca, el camión de secado se convertía en el objetivo de críticas y de sarcasmos en todas las redes sociales. Frente a la esperada lluvia, los aficionados nos conformábamos con ver cómo los comisarios decidían secar, de una forma un tanto ridícula, ese tramo de la pista.
¿Qué debían pensar los pilotos que se han enfrentado a situaciones peores, mientras veían esa cómica imagen? Seguramente, es mejor no saberlo.
Cuando se reanudó la sesión, después del tiempo perdido y de las críticas merecidas, la lluvia volvió de forma intermitente, echando por tierra el trabajo tan criticado de aquel camión.
Este incidente habría sido suficiente para dar mucho de qué hablar hasta el día siguiente, pero para ellos no parecía bastante. Nada más salir los pilotos, se encontraron de frente con un problema que sí los ponía en peligro: una pick-up estaba aparcada en la entrada al pit lane.
La intermitente lluvia había sido suficiente para prolongar una bandera roja, pero no un coche y unas personas esperando en la escapatoria de una curva. Las quejas de los pilotos, como de costumbre, no fueron escuchadas, y la pick-up no se movió hasta el final de la Q1.
En medio de estos sin sentidos y durante la inoportuna segunda bandera roja, Charlie Whiting volvía al punto de mira. Una grúa colocaba unas protecciones en una curva, volviéndola insegura, mientras el inglés miraba perplejo, como si realmente no supiese de qué iba todo aquello. Finalmente, la grúa volvió por donde había llegado.
La imagen dada hoy bien podría explicar, erróneamente, por qué a la Fórmula 1 se le llama “El Gran Circo”, consiguiendo poner en evidencia este deporte que pide a gritos volver a ser lo que era.