La ‘mala racha’ de Daniel Ricciardo se debe a un motivo claro: las paradas en boxes. Un error que nunca debió existir le costó una más que merecida victoria (o dos)
“Ya van dos seguidas. Esto duele” se quejaba el hombre de la eterna sonrisa, que de pronto dejó de tenerla. La euforia por su primera pole le duró poco, tras perder 13 segundos y la victoria en una parada patética. Aunque nada tiene que ver con lo que pasó en Barcelona, es imposible olvidar que allí también tuvo la victoria al alcance de su mano, e igualmente la perdió por culpa de las paradas.
“Esta es una situación muy diferente a la de Barcelona. Barcelona fue una carrera donde se falló al elegir dos en lugar de tres paradas, y por desgracia tuvo también un pinchazo al final de carrera. Podría haber acabado de cualquier manera” se excusaba Horner.
“Desafortunadamente lo que ha ocurrido en Mónaco es un error que costó muy caro. No sólo nos costó una victoria, sino que era una victoria en Montecarlo, un día en el que podíamos haber batido a los Mercedes en pista” explicaba.
Lo cierto era que la actualización del motor Renault no había dejado indiferente a nadie. Una pole inesperada, y una carrera en la que podrían haber presumido de superioridad, pusieron aún más de relieve un fallo que no tiene excusa.
“Como un equipo ganamos juntos y perdemos juntos, y todo lo que podemos hacer es ofrecer disculpas a Daniel que no hemos dado un buen servicio hoy, después de haber hecho un gran trabajo con él ayer para conseguir la pole. Él había hecho todo bien en la carrera” se disculpaba, consciente del golpe que esto ha significado para el australiano.
Lo que muchos no llegan a entender es ¿Cómo se permitió que eso ocurriese? ¿No deberían estar mucho más pendientes sabiendo que se jugaban una victoria?
Al parecer, este problema se dio por las particularidades del circuito de Mónaco. Aquí, el pit wall está encima del garaje, y no enfrente, dificultando la comunicación. Por si fuera poco, en el momento de la parada, los neumáticos de Ricciardo ni siquiera estaban a mano, y perdieron tiempo buscando en el fondo de garaje, mientras eran conscientes de que se estaba escapando la gloria.
«La verdadera prueba para nosotros llegará en dos semanas en Montreal, a ver cómo nos va allí, que es un lugar completamente diferente» concluía, centrándose en esa actualización y en todo lo que aún podían conseguir.
Un fallo inolvidable, especialmente para el australiano, consiguió borrarle la sonrisa que tanto le caracteriza, y empañar una actuación impecable. Las disculpas de Horner no son suficientes para olvidar cómo Daniel vio escaparse dos victorias que se había ganado a pulso.