La Fórmula 1 llega a Brasil para la 19ª cita del Mundial de 2017, prevista del 10 al 12 de noviembre en el Autódromo José Carlos Pace para el GP de Brasil. Situado en São Paulo, en el distrito de Cidade Dutra, lleva el nombre del piloto brasileño que ganó, en 1975, el GP de Brasil. En el resto del mundo se suele conocer como Autódromo de Interlagos.
Fue construido en 1940, y con los años se han realizado varios cambios, el último data de 1990. Los coches circulan en sentido antihorario y las rectas son bastante cortas. Por lo tanto, hay solo una ocasión en la que la frenada comporta una reducción de velocidad superior a 200 km/h.
De hecho, el circuito es bastante guiado, con cambios frecuentes de dirección, pero también dispone de curvas que se pueden tomar a alta velocidad donde no hay que hacer un gran uso de los frenos: sobre todo, en la Curva do Sol (curva 3), de la Subida dos Boxes (curva 14) y de la Arquibancadas (curva 15).
El único obstáculo grave para los frenos de carbono es el mal tiempo: el año pasado, la carrera se celebró bajo la lluvia y la temperatura del asfalto no superó los 21 grados centígrados.
Según los técnicos Brembo, que han clasificado las 20 pistas del Mundial utilizando una escala de 1 a 10, el circuito del GP de Brasil se encuentra en la categoría de los circuitos menos difíciles para los frenos. La pista brasileña se ha merecido un índice de dificultad 4, igual que los circuitos de Silverstone y Suzuka.
El uso de los frenos durante el GP
En cada vuelta, los frenos apenas se utilizan 6 veces, récord negativo del Mundial junto con Monza, aunque este último presenta muchas frenadas realmente difíciles. En una vuelta de Interlagos, los frenos están funcionando durante 12 segundos y medio en total, igual al 18% de la duración de la carrera.
El reducido número de frenadas se traduce en una desaceleración media en la vuelta de 3,9 g, la más alta de los últimos 7 GP del año. Por otro lado, en ninguna de las 6 frenadas la desaceleración máxima desciende por debajo de los 3 g.
También es reducida la energía que disipa cada coche en frenada a lo largo de todo el GP: 127 kWh, casi lo mismo que en Shanghái, aunque presenta 2 frenadas más en cada vuelta de modesta entidad.
Desde la salida hasta la línea de meta, cada piloto aplica una carga total sobre el pedal del freno de 44 toneladas. Este valor es prácticamente idéntico al GP de Japón y ligeramente inferior al GP de Bélgica.
Las frenadas más difíciles
De las 6 frenadas del Autódromo José Carlos Pace, los técnicos de Brembo han clasificado solo una como difícil para los frenos, 4 son de dificultad media y la otra fácil.
La más difícil de todas es la frenada de la primera curva porque los coches llegan tras acelerar ininterrumpidamente durante 17-18 segundos. Por lo que empiezan a frenar a 338 km/h y están frenando durante 2,82 segundos durante los cuales recorren 67 metros. Para reducir a 101 km/h para entrar en la curva, los pilotos tienen que ejercer una carga en el pedal de freno de 118 kg y sufren una desaceleración de 4,5 g.
La misma fuerza g se presenta en la curva 4, pero la frenada es más corta: 1,91 segundos y 49 metros porque recorren la curva a 172 km/h, prácticamente a la mitad de la velocidad a la que llegan.
En las curvas 8 y 10 también se requieren más de un par de segundos de frenada, las más lentas del circuito (90 km/h y 81 km/h). Pero los Fórmula 1 llegan a velocidades inferiores a 250 km/h y, por lo tanto, solo se requieren 43-44 metros para las dos frenadas.
