La colección de desastres de Ferrari sumó un nuevo fascículo en la arrancada del Gran Premio de Estiria. Una vez más, Sebastian Vettel y Charles Leclerc se tocaron y quedaron fuera de carrera. A diferencia del incidente ocasionado en el pasado Gran Premio de Brasil, el monegasco fue el principal culpable de la colisión.
Por lo tanto, en menos de una semana ha pasado de salvar el orgullo del equipo con una segunda posición a quedarse fuera de la Q3, ser sancionado en parrilla y chocar contra su compañero. Sus disculpas por el incidente acaecido no terminaron en llegar.
Mientras tanto, muchas voces comenzaron a mostrarse escépticos ante la futura llegada de Carlos Sainz a la escudería del Cavallino Rampante. A día de hoy, decisión del español puede parecer equivocada. Mientras que los pilotos de McLaren se postulan en la lucha por el top 5 y han hecho pleno de vueltas rápidas, el equipo italiano lucha por entrar en la Q3.
Sin embargo, no ha sido la primera vez en la que Ferrari se ha visto obligado a levantarse de un enorme fiasco. Hizo lo propio en 2009 o 2014 tras haber tenido un año en el que rindió por debajo de sus expectativas. Pero tampoco puede bajar la guardia. No es la primera vez que un equipo histórico ha saboreado el umbral de la desaparición. McLaren ya ha salido del purgatorio tras años en un fondo de la parrilla en el que se encuentra Williams.
Pero la dupla de pilotos de la temporada que viene invita a creer en un resurgimiento. Leclerc conoce la fábrica y conoce perfectamente la filosofía de trabajo. Además, está hambriento de victorias, circunstancia que no ha coartado su nobleza. Estas características también las ostenta su futuro compañero de equipo, Carlos Sainz.
A diferencia del monegasco, el piloto español acumula más experiencia en tres fábricas emblemáticas como Faenza, Enstone o Wooking. Ha vencido a compañeros como Danil Kyvat como Lando Norris. También ha sido derrotado por otros como Max Verstappen o Nico Hülkenberg.
Nunca fanfarroneó ni pataleó cuando venció o perdió ante su compañero. Al contrario, llegó a mostrar públicamente su alegría por el propio podio que cosechó Norris en Austria. Tampoco echó pestes sobre su equipo cuando una parada errónea le privó de haber podido luchar por la quinta plaza. El ingeniero Andreas Seild se disculpó por error y el madrileño recordó que pierden todos al ser un equipo.
Conociendo todos estos antecedentes, podemos decir que la mentalidad humilde y con ganas de victoria de los dos pilotos pueden impulsar una cultura del esfuerzo combinada con la energía positiva. Estos antecedentes se dieron en el periplo ganador de Michael Schumacher. Quizás estamos en el inicio de una nueva era.