La cuenta regresiva para el retorno de la Fórmula 1 se acerca a su final, y la puesta a punto de los pilotos también. En las últimas semanas varios pilotos se mostraron entrenando ya sea en sus casas o junto a sus equipos para mejorar la condición.
Es redundante hablar de la preparación física que necesitan los conductores. Con largas horas tras el volante y una máxima concentración a altísimas temperaturas, se sobreentiende la necesidad de un buen estado físico y mental.
No obstante, no paramos de ver la adaptación y el trabajo sobre los músculos del cuello, y esto es parte fundamental en un piloto. Vale destacar que con tremendos autos, la velocidad maximiza la sensación física de cualquier movimiento. No solo la cabeza, sino todo el interior siente esa propulsión.
Sin embargo, el cuello es lo más importante en la F1. Esto se da porque existe un factor fundamental en 2 situaciones particulares que produce grandes cambios en la inercia, y son llamados Fuerza G.
Esta medida de aceleración no es una fuerza técnicamente hablando, pero sí el cuello del piloto lo siente como algo similar. Se trata de la diferencia de velocidad en los cambios de ritmo del monoplaza, tanto en curvas como en frenadas.
Este fenómeno existe por tener autos tan rápidos en radios de curvas tan pequeños. También se da en casos donde la desaceleración puede llegar a 6.5 G, movimiento que fuerza los músculos del cuello y les añade 3 veces su peso a la cabeza.
La zona que trabajan los pilotos incluye 8 micro lugares y son todos los movimientos posibles en pista. Adelante, atrás, en diagonal, en cruz y hacia los costados son los sometimientos más exigentes de los conductores.
Todas las escuderías presentan acondicionamiento para estas circunstancias. Esto es inevitable para todo piloto, porque lo más fortalecido deben ser los músculos del cuello, y los planes son adaptables.
Además del equilibrio, la espina, y la resistencia a vibraciones, las grandes cargas en la zona superior se convierten en el eje para estos atletas. La extensión frente a máquinas para aguantar el envión al frenar y el encogimiento de hombros son los principales ejercicios. A esto se le llama entrenamiento isométrico del cuello, que mejora la fatiga de la musculatura y reduce el riesgo de lesión.
Lo paradigmático de esto es la potenciación que la Fuerza G genera sobre ellos. Considerando que la cabeza acumula el 9% del peso corporal y el casco suma 7kg, una curva promedio de la Fórmula 1 le añade 42 kg al cuello como carga. Esto significa que un piloto debe soportar por vuelta el peso promedio de un niño sobre su nuca en esa frenada durante casi 2 horas, sin poder quitar la vista del camino.
Sumado a esto, no hay magnitud similar en otras categorías del automovilismo. La más cercana es la IndyCar, sobre todo en las flexiones del cuello. No obstante, la diferencia es enorme en la Fórmula 1, y no hay otro lugar donde se pueda detectar este fenómeno en el deporte motor.
Por esto, el cuello resulta ser el aliado más importante en un piloto de F1 y el que debe ser más entrenado. A pesar de otros atributos claves como la estabilidad, los reflejos y la resistencia, el sostener duraderamente el esfuerzo de la zona superior es un verdadero fenómeno.
Si bien no todos los circuitos son tan exigentes, hay algunos que obligan a llevar al extremo al auto generando la Fuerza G. En Barcelona y en Turquía se ven ejemplos claros de desaceleraciones que pueden llegar a extremos de 7 G, algo casi inalcanzable en otro posible trazado.
En conclusión, todo este asunto es para poner el ojo y explica el por qué vemos tanto trabajo sobre los cuellos. El acondicionamiento y la constante mejora de la performance obliga a tener atletas cada vez más preparados. Lejos quedan allá las críticas al deporte y al desempeño en pista, y todo se reduce, una vez más a la disposición absoluta a dar lo máximo en la más alta categoría.