No se puede hablar de Fórmula 1 sin la Scuderia Ferrari. Los de rojo son historia viviente en la categoría reina, y eso es gracias a su persistencia y el trabajo de Enzo Ferrari.
El Cavallino Rampante y el deporte motor tiene una historia de amor que data de 1929, cuando Il Commendatore fundó el equipo. Principalmente surgió como la parte deportiva de Alfa Romeo, pero su nombre se oficializó en competencias a partir de 1933.
Con arraigadas raíces italianas, Ferrari siempre fue una persona que pensó su éxito. De hecho, su presentación en la F1 fue en 1950 en Mónaco donde consiguió un 2° lugar conducido por Alberto Ascari. No obstante, su primer triunfo se lo daría el argentino José Froilán González el 14 de julio de 1951 en Silverstone.
A partir de esa fecha, el legado de los de rojo no dejaría de crecer. Para 1952 Ascari se quedó con el Mundial de Pilotos. En 1953, 7 triunfos le dieron el campeonato de pilotos con el mismo conductor, cosa que repetirían en 1956 con Juan Manuel Fangio y en 1958 con Mike Hawton.
Sin embargo y saliendo de la categoría máxima, el objetivo de Enzo Ferrari siempre fue uno: la perfección.
Obsesionado con los motores, el empresario le restaba importancia a la aerodinámica de los vehículos. Para esos tiempos era normal verlo de esa forma, pues los caballos de fuerza primaban en un muy peligroso deporte. De hecho, una de las frases más paradigmáticas de Enzo es la que marcó a Ferrari por mucho tiempo:
«La aerodinámica es para fracasados que no saben hacer motores. Cuando usted compra un Ferrari, está pagando el motor. El resto si quiere se lo doy gratis».
Y es que el italiano consiguió poner a la marca como una de las más prestigiosas del Mundo con una visión particular. A fuerza de buenos resultados, los de Maranello se volvieron sinónimo de excelencia.
La particularidad fue su inicio en la fabricación y venta de autos de calle. En las épocas oscuras de la empresa, para solventar los gastos de las carreras, Ferrari fabricó autos deportivos de uso convencional. Claramente el precio era exclusivo, y así se aseguró la marca de que se mantuviera. No cualquiera podía (o puede) subirse a un verdadero auto italiano.
Il Commendatore también se destacó por su temperamento y determinación. El empresario no solía apegarse con sus pilotos y los reemplazaba ante las más mínimas fallas. Una vez, el italiano señaló que «el único amor verdadero es el de padre e hijo», en relación a la falta de apego con sus conductores.
Un 14 de agosto de 1988 y a los 90 años de vida fallecía Enzo Ferrari en su ciudad natal, Módena. Más allá de una de las empresas más prestigiosas del Mundo, dejó un legado imborrable en la historia del automovilismo.
Los años siguen pasando y se mantiene su esencia. Ese color rojo que tanto amaba sigue brillando en el duro asfalto de la Fórmula 1. Ciertamente hubo mejores momentos para Ferrari, altas y bajas, campeonatos y decepciones, pero lo que no se puede negar es que su sola presencia infunde respeto.
A 33 años de la partida física de Enzo Ferrari, se mantiene su histórico legado y se reafirma su frase:
«Pídele a un niño que dibuje un coche, y sin duda lo pintará de rojo»