Una semana ha pasado desde el último gran premio de lo que va de temporada. Una temporada que está siendo realmente emocionante y, con carreras, en su gran parte, bastante entretenidas. Sin duda, ayuda mucho, que la lucha por el mundial va en apenas un puñado de puntos cada carrera. Y también se añade ese picante en dicha batalla que ha aportado los duelos entre Lewis Hamilton y Max Verstappen en que han salido mal parados.
Este último duelo en el que ambos acabaron mal, tuvo visos de acabar desgraciadamente aún peor. El monoplaza de Verstappen salió catapultado por encima del de Hamilton al hacer con una de sus ruedas, lo que en ciclismo llamarían “afilador”. El corazón de Hamilton debió helarse al notar el inglés como una de las ruedas del Red Bull tocaba su casco y desplazaba su cabeza hacia delante. Previamente, parte del Red Bull había destrozado cierta parte de la zona de la llamada “chimenea” del Mercedes hasta topar de bruces con el halo. El bendito halo.
Cuando el monoplaza de Milton Keynes aterrizó en el halo, la rueda trasera aún encontró resquicio por el que colarse ligeramente y golpear a Hamilton. Por fortuna, el halo había hecho de salvavidas y ya había limitado la inercia del Red Bull, la rueda no tocó con demasiada fuerza la cabeza del piloto británico.
Una vez más, y en Fórmula 1 ya van tres veces, el halo vuelve a salvar una vida. Tres vidas en cuatro temporadas en las que este sistema de seguridad lleva implantado en la categoría. Muchos renegaban de él por la fea estética que aportaba, incluido el propio Lewis Hamilton al que ha acabado salvando. Pronto ha quedado demostrado que en materia de seguridad cualquier avance es bueno y que, ante todo, seguridad es primero.
El halo fue implantado en 2018 tras muchos debates sobre cual era el mejor sistema de salvaguardar la cabeza de los pilotos. Los cascos son muy seguros, pero ante colisiones directas de otros coches por ejemplo, evidentemente nada pueden hacer. La muerte de Jules Bianchi hizo poner manos a la obra.
Este sistema de seguridad es todo un prodigio, pues es capaz de soportar unas doce toneladas, lo que en fuerza de impacto supondrían más de 120 kilonewtons de fuerza de impacto. ¿Cómo puede soportar tal fuerza de impacto? La clave reside en el material del que está hecho, titanio de grado 5.
Una vez implantado en 2018, pocos pensaban que tan rápidamente iba a quedar probada su eficacia e iban a tener que callar la boca y dar gracias al halo. Ya en la cita de Bélgica de aquel año, Charles Leclerc salvaba la vida gracias al halo. El monoplaza de Fernando Alonso había salido despedido por los aires después de que Nico Hülkenberg le embistiera. En su vuelo, el McLaren fue a aterrizar sin control sobre la parte superior del Alfa Romeo de Leclerc.
La segunda ocasión en que el halo obró su milagro fue, en el atroz accidente de Romain Grosjean el pasado año en Bahrein. En él, además de la labor de comisarios, la protección del cockpit y del material ignífugo, el halo hizo posible que, en la colisión espectacular contra el guardarraíl, toda la zona que el halo protege quedara salvaguardada y de esta forma, no sólo el cuerpo, sino la cabeza quedara a salvo.
Ya en Monza vivimos el tercer episodio, esperemos que en el futuro no haya más. En cualquier caso, hay que dar un GRACIAS en mayúsculas al halo.