No importa si han seguido la Fórmula 1 desde 1950 o si apenas han visto un par de carreras, todos saben que Ferrari es parte de su esencia. Vamos a comenzar con sus estadísticas.
El equipo italiano ha participado en más Grandes Premios que nadie, llegando a 1,044 el domingo pasado en Bélgica. Un dato curioso que encontré mientras investigaba, es que en 1950 compitieron en la última fecha que, además era en Italia, con un motor Jaguar. No me pregunten por qué, estoy tan sorprendida como ustedes, pero lo voy a investigar.
Ferrari es el único equipo que ha participado en las 73 temporadas de la F1. Es además el máximo ganador, con dieciséis campeonatos de constructores y quince de pilotos. Ha ganado 242 Grandes Premios, de ellos 85 uno-dos. También cuenta en su haber con 239 pole positions, 259 vueltas rápidas y 790 podios.
Así es, el equipo del “Cavallino Rampante” tiene más historia, más nostalgia y más pasión que nadie. Sin embargo, no han podido obtener un campeonato de pilotos desde 2007 y uno de constructores desde 2008. Algo realmente doloroso para su afición.
Este año ha sido particularmente difícil para Ferrari, porque teniendo un auto veloz desde el comienzo, no han podido concretar. Y a estas alturas se les ha ido de las manos. Red Bull no solo aprovechó sus errores cuando los italianos eran rápidos, ahora se ven más fuertes e imparables.
En Maranello han llegado a un punto de quiebre importante. Se nota en los pilotos, es los ingenieros. Seguramente vieron que muy poco personal fue a celebrar el podio de Carlos Sainz.
Todo eso me hizo pensar en lo que ha hecho Ferrari a través de los años a sus pilotos. Voy a hablar desde lo que me ha tocado ver. Para mí, el primer desencanto con Ferrari fue cuando Alain Prost empezó a competir vestido de rojo.
¡Esperaba tanto de esa dupla! Pero Ferrari no fue capaz de darle un auto competitivo a quien ya era tricampeón del mundo. Casi terminan con su carrera cuando tuvo que salir en 1991 por quejarse del ‘taxi’ que los italianos fabricaban. En ese mismo año, Jean Alesi llegaba como una gran promesa y solo pudo conseguir un triunfo. Siempre he pensado que su error fue seguir confiando en las promesas de Ferrari.
Así pasaron muchos grandes pilotos que en el equipo italiano no pudieron cosechar más que algunos triunfos, como Gerhard Berger, Michele Alboreto, Nigel Mansell, Ivan Capelli. Nuevamente les recuerdo que hablo desde lo que me tocó ver como aficionada.
Michael Schumacher fue la excepción, tal vez por la forma en que se formó ese equipo en particular. O tal vez porque era un líder dominante que podía llevar al equipo encima. De hecho le costó trabajo al principio. Tuvo años difíciles, pero logró lo que nadie había hecho. Poner orden en Maranello y conseguir 5 campeonatos.
Los triunfos de ‘Shumy’ y el campeonato caído del cielo de Kimi Räikkönen en 2007, le volvió a dar esperanzas al niño interior de los pilotos, que quería competir en Ferrari y vestirse de rojo.
Fernando Alonso cayó en sus redes en 2010. Un bicampeón del mundo que creyó en los sueños que Ferrari proyecta. Al igual que Alesi aguantó 5 largos años, perdiendo valioso tiempo de su carrera. El asturiano pensó que con su experiencia podría levantar al equipo, pero ahí se ve que en Maranello hay demasiados problemas de estructura.
A sustituir al español, llegó un tetracampeón del mundo, Sebastian Vettel. Él mismo dijo que cuando seleccionó a Ferrari, lo hizo complaciendo a su niño interno. Y ya todos vimos cómo terminó esa relación, de la peor manera posible.
Con Charles Leclerc, los del Cavallino Rampante intentaron cambiar la estrategia. Trayendo a un joven piloto al que se considera una promesa en el automovilismo. Consiguió lo que nadie, un contrato multianual con Ferrari a los 21 años y llegó nuevamente con un montón de sueños. Ya ha competido 73 Grandes Premios vestido de rojo y, su semblante se ve cada vez peor.
Dos años después llegó la oportunidad para Carlos Sainz. El piloto madrileño ha largado en 36 ocasiones con el famoso logo a cuestas, pero ya también se ve desesperado. Sobre todo porque sus rivales más fuertes este año, han sido ellos mismos.
Cuando tienes un auto lento o cuando no tienes recursos, es más fácil aceptar la derrota. Pero en Ferrari, este año tenían un auto muy superior al inicio. No pudieron optimizar ese hermoso F1-75, ni aprovechar la falta de fiabilidad de Red Bull en las primeras fechas.
En las entrañas de Ferrari se cometen errores tan simples, pero que a la vez se convierten en algo tan grande, que parece ridículo. Pero la esperanza está presente, como siempre, pintada de rojo. Por eso los pilotos no salen huyendo, porque parece que el próximo año sí será. Hasta que pasa el tiempo y se dan cuenta que alguien devoró sus sueños.
De verdad espero que el Cavallino Rampante vuelva a brillar, pero me han tocado tantos desencantos, que ya no sé cuánto deberemos esperar.