Jaguar Racing fue uno de los fracasos más estrepitosos durante los primeros años de la primera década del siglo XXI. Pasó de ser una oportunidad de oro para que Pedro Martínez De la Rosa o Mark Webber pudieran triunfar en la Fórmula 1 a ser puesta en venta por el simbólico precio de un dólar.
El fundador y dueño de la empresa de refrescos Red Bull, el multimillonario austríaco Dietrich Mateschitz, provocaba que su marca pasara de ser un mero patrocinador a tener su propio equipo de cara a la temporada 2005.
Una de las primeras incorporaciones fue la de David Coulthard como primer piloto. Su experiencia y enorme obediencia le abalaban para ocupar el rol de primer equipo. Su labor no era otra que ayudar en el desarrollo del monoplaza mientras ejercía como «hermano mayor» de las jóvenes promesas asignadas.
En principio, el austriaco Christian Kien acompañaría al veterano piloto escocés. Había realizado un papel aceptable durante la temporada de su debut en Jaguar. Pero a falta de escudería filial, tendría que alternar su rol de titular con el último campeón de la Fórmula 3000, Vitantonio Liuzzi.
Los tres compitieron con el Jaguar del año anterior utilizando motores Cosworth. Comenzaron la temporada de forma envidiable. Ambos coches puntuaron en su primera carrera (Coulthard finalizó cuarto y Klien séptimo en Australia) y no fue fruto de la casualidad. Es cierto que la fiabilidad dejó que desear, pero solían dejar el monoplaza entre los diez primeros cuando ambos cruzaban la línea de meta.
Red Bull
Finalizaron séptimos en el Campeonato Mundial de Constructores con 34 puntos. David finalizó 12º con 24 puntos. Por otra parte, Klien se ganó la renovación tras haber logrado la 15º plaza y 9 puntos. Solamente estuvo cuatro pruebas sin competir, cediéndole el asiento a Vitantonio Liuzzi. Realizó cuatro pruebas, puntuando en San Marino, retirándose en España y Mónaco y finalizando noveno en el Gran Premio de Europa.
El italiano no se quedaría sin asiento de cara a la temporada 2006. Formaría parte del impulso trazado por la empresa de cara al futuro a medio plazo. ¿En qué se basaba dicho plan? Para empezar, uno de los diseñadores más emblemático de los años 90, Adrian Newey, aterrizaría en la escudería y tendría a un ex compañero en McLaren y Williams, David Coulthard, persona idónea que ayudaría en el desarrollo del monoplaza.
En segundo lugar, el propio Vitantonio sería el piloto titular de su equipo filial, Toro Rosso, tras haberse hecho con los servicios de un equipo Minardi abocado a su desaparición. De este modo, los pilotos de su programa podrían demostrar sus aptitudes. El afortunado en ocupar el segundo asiento sería el estadounidense Scott Speed tras haber finalizado tercero en la primera edición de la GP2.
Sin embargo, se centraría durante el año en observar la dinámica de trabajo en el equipo para diseñar su primer monoplaza de cara a la temporada 2007. Mientras tanto, tocaba amoldar el RB2 a su nuevo propulsor, Ferrari, a los nuevos motores V8. Eso sí, Toro Rosso tenía la opción de pilotar con los V10 del año anterior.
Ambos no gozaron de la fiabilidad deseada. Los abandonos frecuentaron y el rendimiento de los pilotos brilló por su ausencia. Es cierto que David Coulthard dio a la escudería su primer podio en el polémico Gran Premio de Mónaco del año 2006, pero Christian Klien fue relegado a finales de año por su pobre papel. Por otro lado, los canteranos no dieron la talla. Ni siquiera el punto (octava plaza) de Luizzi en Japón le salvó del desastre.
Pero tanto Vitantonio como Scott mantendrían sus asientos para la temporada 2008. Por otro lado, Red Bull incorporaría para la temporada 2007 al australiano Mark Webber y Renault sería el motorizador del equipo. Es cierto que Mark no era del programa, pero había estado en la estructura cuando Ford era el propietario y era apreciado en el staff.
La confianza la devolvió en forma de podio en el caótico Gran Premio de Europa. No obstante, aquel podio fue la punta del iceberg de una notable mejoría. El primer diseño realizado a lápiz por parte de Adrian no tenía un papel sencillo. Debía enfrentarse a equipos oficiales de fábrica como Renault, BMW, Honda o Toyota con mayor base presupuestaria.
Aún así, pudo adjudicarse la sexta plaza final en el Campeonato de Constructores que acabó siendo quinta por la sanción impuesta a McLaren a consecuencia del «Spygate». David Coulthard finalizó 10º con 14 puntos y Mark Webber logró 10, adjudicándose la 12º plaza. Alternaron actuaciones majestuosas en pruebas convulsas, incluso Mark luchó por la victoria en el Gran Premio de Japón y realizaron un gran final de temporada en términos de rendimiento.
Pero la alegría de la temporada la protagonizó Sebastian Vettel. Debutó de manera inesperada en el Gran Premio de los Estados Unidos tras el accidente de Robert Kubica en BMW. Logró una octava plaza con el monoplaza germano, siendo el piloto más joven de puntuar en la historia a sus 20 años.
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Sin duda, la marca austriaca tenía un diamante en bruto que tendría que pulir tarde o temprano. El momento llegó cuando Franz Tost (CEO de Toro Rosso) destituyó a Scott Speed tras la convulsa cita en Nürburgring.
Hungría sería su primera carrera con un Toro Rosso que contaba con el material del Red Bull del año anterior. Su papel resultó ser más que aceptable, pero hizo falta la llamada de la lluvia para verle brillar con plenitud. Peleó por el podio durante el Gran Premio de Japón hasta colisionar con Mark Webber y finalizó cuarto en el histórico Gran Premio de China de dicha temporada.
Había demostrado con creces quién era el principal estandarte del equipo. Para ello, debía demostrarlo con creces en la temporada 2008 puesto que la marca seguía demostrando sus ansias de victoria. Una prueba de ello fue su intento de contratar a Fernando Alonso tras haber anunciado que dejaba la escudería de Wooking.
El español sentía una enorme predilección por el equipo Ferrari. Por lo tanto, no le importaba permanecer un año en el purgatorio para recalar en el paraíso rojo, siempre y cuando Kimi Räikkonen o Felipe Massa optaran por rescindir su contrato una vez finalizada la temporada 2008.
Por ello, debía buscar el equipo con el que compitiera en su particular año de transición. Flavio Briatore, persona que le llevó a la gloria, le propuso volver a la casa que le dio todo, pero sin las mismas aspiraciones de victoria. No obstante, Toyota le ofreció formar parte de su proyecto, al igual que los de Milton Keynes.
Los austriacos le ofrecieron dos años de contrato, los necesarios para lograr las prestaciones necesarias que permitieran cerrar la brecha con los dos pesos pesados (McLaren y Ferrari). Sin embargo, Fernando solamente quiso uno, cerrándose una puerta ligeramente interesante de cara al futuro.
Sin embargo, ¿qué motivos hacían pensar que Fernando debería estar dos años en Red Bull? Es importante señalar que se estaba comenzando a gestar un nuevo reglamento a principios del año 2008. Ross Brawn, gran artífice de los éxitos de Benetton y Ferrari, estaba interesado en el mismo y Adrian Newey no tenía ganas de perder contra su rival.
Mordió el polvo a principios de la década gracias al enorme trabajo del Kaiser y se negaba a que se repitiera la historia. ¿Qué mejor manera de hacerlo que buscando a los mejores de la parrilla? Por un lado, Hamilton estaba consolidado en McLaren y Kubica progresaba a grandes niveles en el prometedor proyecto de BMW.
Mientras que los de rojo y las flechas plateadas se disputaban el título, los de Milton Keynes pujarían duramente por la cuarta plaza en el Campeonato Mundial de Constructores. El inicio resultó esperanzador, sobre todo por parte de Mark Webber, que metió al monoplaza en los puntos durante cinco carreras consecutivas.
Por otro lado, Sebastian Vettel no tuvo el inicio deseado, encadenando cuatro abandonos consecutivos durante el primer tercio de la temporada. Su asiento peligraba en un programa que perdona pocos errores, pero el talento lo había perdido.
Comenzó a demostrarlo a partir del lluvioso Gran Premio de Mónaco. Logró la quinta posición, marcando el inicio de una gran temporada. Obtuvo dos octavas plazas en Canadá y Gran Bretaña, una sexta plaza en Europa y una quinta en Bélgica que le permitieron dar el salto a Red Bull de cara a la temporada 2009. David Coulthard anunció su retirada definitiva de la Fórmula 1.
No obstante, aquella noticia fue el inicio de un sorprendente 2008 para la marca de las bebidas energéticas. A mediados de año, se dejó de trabajar en el monoplaza para centrarse en un año 2009 cargado de novedades reglamentarias como la instalación del KERS o el aumento del tamaño de los bólidos.
Había que ponerse a la altura del desarrollo que estaba liderando Ross Brawn en Honda, provocando que Red Bull finalizara séptimo en el Campeonato de Constructores. Aún así, hubo alegrías en la marca gracias a la victoria lograda por Vettel con el Toro Rosso en el lluvioso Gran Premio de Italia. También logró una cuarta plaza en Brasil que casi le cuesta el Campeonato del Mundo de Pilotos a Lewis Hamilton.
Estaba claro que Sebastian Vettel había mostrado madera de campeón. Se había ganado con creces el salto al equipo Red Bull. Fue presentado a principios de febrero de 2009 en el Circuito de Jerez. El propio «Seb» se mostró optimista en sus declaraciones, sorprendiendo a propios y extraños que creían que no se alteraría el status quo del momento.
«Obviamente no sería correcto estar aquí y decir que voy a ganar el campeonato mundial. Quiero hacerlo, pero tenemos que ver. Necesitamos ver cómo vamos, donde estamos en comparación con los demás. Creo que las nuevas normas podrían darnos una oportunidad a los equipos como nosotros para reducir la brecha con los de adelante, pero los favoritos son Ferrari y McLaren, sin duda».
Parecían unas declaraciones excesivamente atrevidas. Nada más lejos de la realidad, una vez solventados los problemas de alta temperatura con la caja de cambios, se mostró más competitivos que los Williams, Renault y McLaren. Al día siguiente, Mark Webber completó toda una distancia de carrera y permitiéndose el lujo de superar el mejor tiempo del alemán.
La agresividad del modelo de Adrian Newey se había hecho evidente. Su adoración por pintar tablas rasas y con el reto de afrontar un nuevo reglamento le permitieron dar tal salto de calidad. Pero tocaba mostrar las sensaciones en carrera.
El debut en el Gran Premio de Australia dejó magníficas sensaciones. Es cierto que Mark Webber tuvo un inicio decepcionante, pero Vettel arrancó tercero en clasificación y estuvo cerca de lograr el podio si no hubiera sufrido una colisión con un Robert Kubica que iba como un «pepino».
La recompensa llegó dos carreras después en el rocambolesco Gran Premio de China. Vettel logró la pole y Webber arrancó en segundo lugar. Dicho resultado fue solventado en carrera en forma de doblete, demostrando la excelente maestría estratégica y de pilotaje sobre lluvia. Además, el canterano escogido para Toro Rosso, Sébastien Buemi, puntuó en Australia y en el trazado asiático de Shanghai.
Por fin había llegado la recompensa deseada tras cuatro años de duro esfuerzo. El equipo supo permanecer unido por un mismo objetivo, concentrándose en el mismo y tomando como gasolina los posibles desprestigios que sufrió un proyecto enormemente prejuzgado. Pero claro, el doblete en China era el inicio de una apasionante aventura llena de dolor y gloria.
